11 de abr. de 2010

Concerto para Carros: audição sensível da vida


Concierto para Coches
Audición Sensible de la Vida
Adriana Klisys


El niño y su partitura musical cambian los sentidos del mundo adulto, subvierten el orden del sistema al humanizar los coches y colocarlos para escuchar la música de la vida. Los maestros y sus orquestas hacen lo mismo con nosotros: nos permiten experimentar otros sentidos, vivir los procesos sensibles de contemplación que son posibles en el estado de quien juega.

Este niño, a quien me refiero en su condición de nieto que vive su infancia en compañía de un adulto de la misma edad que él (ya que abuelos y nietos caminan en dirección a la esencia de la vida), es el protagonista de esta historia que me fue contada y aquí es transformada en un pensamiento-sentimiento que me ocurre al imaginar esta escena que mezcla dos cosas tan distintas, pero muy cercanas si pensamos desde el punto de vista de una persona de tres años: la ciencia y el arte. La ciencia y la tecnología de los coches y el arte del sonido, o mejor decir, el arte de los coches y la ciencia del sonido; en fin, las enseñanzas de los procesos y los productos.

El sonido, más allá del arte , en su esencia es pura ciencia, es una tecnología muy creativa que permite que el alma se transporte y flote en el aire, navegando en muchos sentidos a sitios imaginados y no imaginados. Mientras que el coche, más allá de ser un aparato tecnológico de la más alta perspicacia cientifica, es bajo cierta perspectiva un arte ingenioso de los más inventivos. Ha sido creado para ampliar el deseo de la humanidad de desplazamiento, de transporte, de posibilidad de viajar, disfrutar y estar en diferentes lugares en corto tiempo. Quien dibujó el coche juntó toda la creación anterior de la humanidad para gestar un dibujo que se mueve en muchas direcciones, un dibujo con vida propia.

Todo este preámbulo es para contar la bella historia que escuché y que me despierta completamente, en sentido figurativo y real. Después de un domingo oyendo esta historia, duermo y debo soñar con todo esto, tanto que me levanto a las 5 de la mañana y me pongo a escribir estas líneas que procuran una dirección sensible de la vida, un paisaje musical. Pero, ¡vamos a lo que interesa!

Un nieto y su abuela van a un concierto de música clásica. La experiencia inaugural del niño al escuchar Bach tocado con el alma, afina sus sentidos del mundo. Bebe de tan rica fuente que tiene necesidad de llevar a sus juguetes la experiencia de un oyente.

En el piano de su abuela él se transforma en músico que tiene sus propios oyentes. Busca entre sus juguetes una colección de pequeños coches y los coloca encima de su piano. !Listo! Allí está su público, atento a su obra musical. Pero falta algo fundamental para empezar el concierto: la partitura. El niño recurre a una hoja de papel en blanco, hace unos garabatos y orgulloso dice: “¡aquí está la partitura, voy a comenzar el concierto!”.

Los coches se quedan paralizados delante de tanta belleza; no pueden creer que se queden estáticos por la música. !Esto es mucho mejor que estar en el patio de la fábrica aguardando a sus voraces consumidores!

El auditorio acomodado con sus ruedas sobre el piano, atento a la creación musical, hace pensar que no quieren servir más como esclavos a los dirigentes que los llevan a donde desean, contra su voluntad. Ellos estan hartos de los chóferes, no quieren el tráfico ni la multitud de sus hermanos por las calles a merced de el reinado de sus conductores. Ellos quieren simplemente una audición sensible de la vida, un momento para desconectar los motores y así unirse al arte de vivir.

Este niño cuando toca para su platea de autos que en lo cotidiano llenan la ciudad con sus ruidos de los motores consigue momentos de profunda atención por parte de los mismos a favor de la música. El gran pequeño maestro no necesita pedir el silencio; éste surge para que el sonido de su piano y partitura sustituya el ronquido de los motores, callen las bocinas, los escapes y todas las posibles sinfonías de coches para escuchar solo la sinfonía del juguete del niño.

En la mirada de su abuela, la escena de su nieto la lleva a acordarse de la situación durante el concierto verdadero en que el maestro interrumpe su espectáculo para reprender al niño que encantado no paraba de preguntar a su querida abuela sobre todo el universo musical.

La insensibilidad del maestro al reprimir al niño es contraria a la sensiblidad de la música. Pero, en su juguete el niño puede corregir estas imperfecciones del maestro. El toca una música tan linda que todos vivem solamente la música. Si hay una u otra conversación, ésta es sobre la música de ese momento y, por lo tanto, está integrada como sonido del mundo sensible.

Cuando la abuela escucha la reprimenda del gigante al pequeño, respaldada por las palmadas de la platea, siente una voluntad enorme de decir algunas palabras fuertes al maestro indiferente al interés infantil y llega a pensar en preguntarle para qué platea él toca: para personas que no lanzan pedos, que nunca estornudan, no tosen... ¿ Entonces el concierto sería solo para robots? Pero se calla momentáneamente, porque sabe que la respuesta del niño a todo esto no es por el lado de la discusión, si no por la construcción y reconstrucción del sentido de la vida.


En su juego de orquesta, el niño, maestro de sus coches, interroga al maestro: ¿ el concierto es una audición para mudos como coches o para personas de carne y hueso, inquietas como él, que sienten la música en su totalidad con su cuerpo y alma? El niño juega con el sentido que el maestro da a su platea, no es en vano la elección por los coches: solamente ellos pueden tener una reacción estática delante de la orquesta, aun sus animales de juguete habrían bailado delante de tan bella sinfonia. Pero en este juego el niño también percibe que el cuerpo puede estar parado por fuera, pero el alma siempre está libre para bailar aún con el cuerpo encadenado. Hasta los coches pueden recorrer kilómetros sin salir del lugar mientras escuchan el sonido del alma.

El niño que fue al concierto y ahora puede dar su propio concierto dialoga con el maestro que no quiso saber de él en su platea, dialoga con la música, con la organización del mundo de los sentidos, y se sumerge en el juego de la vida! La orquesta imaginaria del niño nos muestra que el concierto del maestro tiene arreglo! Y aún los coches con algún reparación pueden apreciar los más bellos conciertos y quedarse paralizados por fuera pero completamente movilizados por dentro.

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